Dimos 787 pasos entre la estación de GLP donde nos cedieron un parqueo hasta la frontera. Un recorrido de 630 metros en 15 minutos hasta la puerta que se cruza para llegar a Haití.
¿Nuestro interés? Ver de cerca el intercambio comercial en el mercado binacional de cada semana.
Ahí un militar nos dice que no podemos cruzar al otro lado sin pasaporte y visado, aunque constantemente están pasando de un lado a otro decenas de personas que llevan las manos -y hasta la cabeza a veces- muy ocupadas con sus cargas, pero ninguna con un pasaporte a mano.
Durante el trayecto nos pasaron por el lado 65 motocicletas, casi todas con el asiento del pasajero ocupado por una o dos personas o por una voluminosa carga de comestibles.
También catorce camionetas, trece patanas e igual número de camiones de cama corta, doce carretillas hechas de madera con una sola rueda, seis jeepetas, cinco caballos, cuatro autobuses, cuatro motonetas de tres ruedas, cuatro camiones de cama larga, dos camionetas plataneras, dos carros y una bicicleta.
Aunque los principales productos que se negocian e la frontera son comestibles, abundan los materiales de construcción como acero y cemento. Se nota también una gran descoordinación del tránsito, principalmente en los turnos para pasar por la aduana.