En buen dominicano, la palabra “chivo” no solo se refiere a las cabras. También se usa popularmente para señalar un fraude de poca monta (como unas respuestas escondidas para un exámen), pero que en cierta cantidad y frecuencia puede resultar en la acumulación de elementos dignos de preocupación.
“Chivo” también se le dice en nuestro país al área que se queda sin pintar en una pared, por descuido, dejadez u omisión deliberada por falta de supervisión, tal cual fue lo visto por nosotros de manera fortuita mientras hacíamos trabajos para nuestro portal.
Al introducir una cámara hasta la parte superior del puente peatonal ubicado frente al Hospital Traumatológico Darío Contreras hallamos que este fue pintado como parte de su mantenimiento, pero su parte no visible e igualmente expuesta a corrosión (la de mas arriba) no fue pintada. Como el “chivo” no se ve ni hubo quien supervisara que la obra quedara bien, eso se quedó así.
Y sin irnos demasiado lejos, hallamos otro “chivo”, en un área lateral del propio hospital. De frente: pintura amarilla como en toda la obra remozada. De lado: maleza, ventanas rotas y paredes agrietadas. ¿Estamos siendo muy severos en la crítica? Para nada. ¿Los que pintaron esos hierros y paredes cobraron por pintarlos completos y no lo hicieron? Lamentablemente se ha decidido dejar anémicas a las instituciones dedicadas a detectar fallas en supervisión y a la fiscalización, lo cual es una realidad muy presente para los “chiveros”.