El primer “rápido y furioso” del automovilismo nacional

Publicado el 8 noviembre, 2012 » 5854 Vistas»

Una pasión por la velocidad que nació para Horacio Alvarez Jr. en 1946 le condujo a participar en las 24 horas de Daytona en 1973, siendo esta la primera ocasión en que una representación dominicana acudía a un campeonato mundial de automovilismo.

A pesar de la preparación junto a Diego Febles para participar en el evento, que incluyó la adecuación a contrarreloj de su Porsche 911S, su presencia en la carrera concluyó en un accidente del que gracias a Dios sobrevivió, y que se debió a las consecuencias de algo tan simple como no haber tomado a tiempo un vaso de agua.

Alvarez nos cuenta en las siguientes líneas su participación en este evento deportivo, la ardua preparación que requirió y también la ocasión en que se rehusó a correr en la celebración del cumpleaños de Ramfis Trujillo.

La preparación para Daytona en sus propias palabras

En 1972 Horacio Alvarez Jr. adquirió un Porsche 911S de calle que fué modificado en California por Vasek Polak, un ex ingeniero de la Porsche que era lider en la preparación de motores de competencia. Sus primeros objetivos con el 911S fueron conductores locales y luego en una competencia que tuvo lugar en Venezuela, donde quedó en segundo lugar ante un rival con un auto mas potente. Es en ese país sudamericano donde obtiene junto a Febles la licencia de la Federación Internacional de Automovilismo, con lo que se abre su paso hacia la pista de Daytona, en Estados Unidos.

Con una emoción que transmite lo que sintió 27 años atrás, contó su ruta hacia la pista. “Yo había pedido un Porsche 2.8 de fábrica que se suponía que se me entregara Antes de las 24 horas de Daytona y a última hora decidimos participar con el 911S, pero este auto para participar necesitaba otras modificaciones que debieron ser pedidas a Alemania. Vinieron todas para el carro que no era. Nos tomó un tiempo precioso poner el carro a punto y una de las cosas que mas uso en un carro que es el líquido (agua para tomar) no se llegó a poner”.

Prosigue: “Cuando paré a las dos horas para repostar combustible mi esposa Patricia me esperaba con un vaso de agua grandísimo, pero yo había comprado un casco nuevo integral, que me tapaba la boca, y por la costumbre de usar un casco abierto el vaso choca con el casco y me doy cuenta de que no puedo tomármelo. Entonces no quería desperdiciar tiempo quitándome el casco y decido seguir compitiendo sin tomar agua. Hasta este punto voy bien, pero faltando 20 minutos para terminar mis 4 horas ya yo no tenía saliva que tragar. Tenía la boca totalmente seca. Yo en mi vida había oído hablar de deshidratación y las consecuencias que pudo haber tenido. El caso fue que pensé si entregaba a Diego o seguía esos 20 minutos. dije Eh, 20 minutos, eso no es nada. Y ahí fué la última vez que supe de mí”.

Dijo que le llevaron al hospital y todo estaba bien afortunadamente. Pero sus aspiraciones de seguir compitiendo teminaron al escuchar la sentencia “o corres carros o matas a tu padre”, pronunciadas por el médico que atendió al empresario Horacio Alvarez, tras sufrir un pre infarto al ver las fotografías que se publicaron sobre el accidente.También sumó a las fallas la falta de experiencia en competencias de larga distancia y haber planificado turnos de cuatro horas en vez de dos.

La competencia fué ganada por el corredor Peter Gregg, quien según señala Alvarez, recibió un Porsche igual al que él había pedido para la carrera y no llegó. “Yo no digo que iba a ganar porque no puedo compararme con la clase de conductor que era Peter Gregg, uno de los grandes de la Porsche, pero estoy seguro que algo hubiese logrado con un carro al que no hubiese que hacerle nada, salvo ponerle el botellón de agua”, dijo sonriendo.

Ganaron en Jamaica, pero el trofeo se lo quedó Balaguer

Horacio Alvarez Jr.y Rafael Eduardo Aguayo fueron los primeros en representar el país en un evento automovilístico en el extranjero. En 1971 partieron hacia Jamaica para participar en una carrera organizada por la Jamaica Motor Racing Association, en la que participaron pilotos norteamericanos, jamaiquinos y de las islas del Caribe inglés. Alvarez ganó la competencia con un Toyota 1000 diseñado especialmente por la casa matriz en Japón. “Fue un gran triunfo que inclusive los jamaiquinos celebraron como si fuera suyo. Cuando regresé al país el director de deportes, Horacio Beras ,lamentablemente me quitó el trofeo para dárselo al doctor Joaquín Balaguer (para entonces presidente de la República) y yo desconozco el paradero del trofeo, que me gustaría tenerlo”, dice con pesar.

El inicio de su pasión y renuencia a hacer show para Ramfis

Alvarez sitúa el nacimiento de su pasión por la velocidad en 1946 cuando estando de vacaciones por sus estudios su padre adquirió un Ford Eiffel deportivo de dos plazas. Luego en 1955 durante una visita a las oficinas de la Pepsi-Cola en Nueva York (bebida que su padre embotelló por primera vez fuera de Estados Unidos), notó que en la planta inferior había un concesionario del fabricante británico Austin y se fijó en el modelo “Healey”, el cual encargó al representante local Reid & Pellerano.

“Por cosas de la vida lo que pidieron fue el Austin Healey Le Mans, modelo que ganó el segundo lugar en su categoría en las 24 horas de Le Mans del año 1954″, destaca señalando que esto le dotó de un auto de carrera.

Sin embargo esta joya de la ingeniería inglesa no vió acción en la primera carrera de autos del país, efectuada en 1959 durante la celebración del cumpleaños de Ramfis Trujillo, hijo del dictador Rafael Leonidas Trujillo. La carrera tendría lugar poco tiempo después de la invasión de Constanza, Maimón y Estero Hondo, en la cual participaron algunos de sus amigos que fueron masacrados por las tropas al servicio de la dictadura. “Yo no iba a ser partícipe de ninguna celebración a Ramfis. Y me fui del país para no competir, porque si me hubiese quedado aquí y no asisto a la competencia pudo haberse tomado eso como una negativa política y haberme traído problemas políticos. Asi que me fui del país y no competí”, dijo Alvarez señalando que temía alguna represalia en su contra por parte de Ramfis.

Indica que el dragueo comenzó a tomarse en serio con hechos como la llegada de Chuck Fleischauer que en 1966 trajo un Corvette. Y mencionó otros nombres como Héctor Amaro, Jacinto Peynado, Fernando Arredondo, José Arzeno y el chino Pichardo, como primeros amantes de la velocidad en el país. Dice “En 1969 pedí un Camaro fabricado en EEUU con un L88 en aluminio de 500 caballos de fuerza para dragueo. Competí con Chuck y le gané. Recuerdo que el carro al asentarse los muelles pegaron los neumáticos traseros de la carrocería y a todo lo largo del cuarto de milla quedó la estela negra de la goma derritiéndose debido a la fricción con el guardalodos”. En aquel entonces las competencias se efectuaban en la base aérea de San Isidro.

Su primer competidor en dragueo: un chofer de Villa Mella

Alvarez regresó al país desde Miami en 1962 tras la muerte de Trujillo. Trajo consigo un Porsche 356 B super 90 y notó que se había habilitado el tráfico en la avenida Máximo Gómez hacia el norte, pues había sido cerrado el aeropuerto General Andrews, que estaba en el espacio entre las actuales avenidas John F. Kennedy y 27 de febrero. En esa área midió el cuarto de milla para el dragueo y comenzó sin rival, hasta que llegó un chofer que cubría la ruta Santo Domingo – Villa Mella en un viejo auto.

Chofer: ¿Qué hace usted?
Alvarez: Oh, corriendo el cuarto de milla.
Chofer: Ah, pero a ese carrito le gano yo.
Alvarez: Bueno… si usted quiere probar…

Y según describe, el chofer no llegó ni a arrancar.

Con la llegada al país de Tuti García, ex jugador de las ligas menores en Estados Unidos que trajo un Chevrolet 327 high performance tuvo un competidor parejo que fue el primero y único que pudo ganar ante el Porsche.

Su visión del automovilismo local en la actualidad

Alvarez nota que existe entre los competidores actuales un espíritu deportivo alto y excelente calidad en la preparación de los motores. Considera que el automovilismo es costoso y el patrocinio de aquí no representa lo que cuesta conducir un vehículo de competencia, destacando que todas sus participaciones nacionales y en el extranjero se efectuaron con recursos propios y algunos patrocinadores. Expresó su rotundo rechazo a que se financien actividades deportivas de cualquier índole con fondos estatales, con excepción de aquellas que se desarrollen dentro del ámbito educativo.

Aunque ha sido amante de la pesca, las motocicletas, el aeromodelismo y los autos, su principal hobbie ha sido la metalmecánica, llegando a tener su propio taller en el cual fabricaba piezas para autos e industrias solo por el placer de ayudar. Inclusive construyó en su taller dos pequeños motores de combustión externa e interna. Considera que quienes practican actualmente el drifting tienen un control “increible” del automóvil y admite que le hubiese gustado hacerlo antes de concluir su carrera como competidor, lo cual sucedió en el año 1980.

Finalmente le preguntamos si había visto alguna película de la saga “Rápido y Furioso”, a lo que respondió afirmativamente, añadiendo “jajajaja…mucha fantasía”.

Sobre el autor

Periodista de investigación especializado en medios digitales, con experiencia en televisión, radio y prensa escrita.
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