La inteligencia emocional es un conjunto de habilidades psicológicas que permiten identificar, equilibrar y expresar las emociones propias, comprender el conflicto que puede existir entre los sentimientos y la razón y utilizar estos conocimientos para regular el comportamiento y mejorar la capacidad para resolver problemas y para tomar decisiones.
Esta competencia emocional sirve tanto para conocerse a uno mismo (auto regulación, auto motivación…) como para comprender mejor a los demás (empatía…). No se trata de suprimir las emociones. Evidentemente, las decisiones financieras requieren un análisis crítico y deliberado de la información disponible. Sin embargo, esto no significa que las mejores decisiones son aquellas carentes de sentimientos o intuición. De hecho, no seríamos capaces de evaluar todas las ventajas e inconvenientes de una alternativa u otra sin los sentimientos que nos permiten identificar una opción como “buena” o “mala”.
La inteligencia emocional financiera tiene como objetivo tomar conciencia de nuestras limitaciones cognitivas y emocionales, comprender cómo las emociones afectan a nuestras decisiones y utilizar este conocimiento para analizar y sopesar mejor las alternativas.