Cada uno de estos niveles tiene un componente financiero. Las necesidades financieras y las motivaciones u objetivos de ahorro, también tienen una jerarquía:
1. Cubrir las necesidades básicas, gastos para sobrevivir, poder llegar a fin de mes.
2. Vivienda, fondo de emergencia, seguros, ahorro para la jubilación,
3. Ocio, participación en actividades deportivas o culturales, donaciones, regalos…
4. Objetivos personales, familiares y profesionales a medio y largo plazo como viajes o educación, posesiones que dan sensación de estatus o éxito…
5. Autonomía, libertad financiera y el logro de los sueños.
Todas las necesidades de nivel bajo suelen ser más concretas y fáciles de identificar; se vuelven más abstractas y sujetas a interpretación personal con cada nivel. Sabiendo que un objetivo financiero ha de ser específico, medible y delimitado en el tiempo, puede explicar por qué resulta difícil para muchas personas ahorrar para satisfacer las necesidades de crecimiento (es decir, para lograr sueños). Simplemente, no las han identificado. Evidentemente el nivel de ingresos también limita la posibilidad de subir a niveles más altos. Uno no puede pensar en objetivos de seguridad, estima o auto realización si no tiene para comer.
Es fácil confundir el dinero con las propias necesidades de amor, seguridad o estima. A veces usamos dinero, o dejamos de utilizarlo, intentando satisfacer nuestras necesidades, infructuosamente, así que logramos lo opuesto.
• No aprovechar oportunidades de inversión rentables por aversión al riesgo o por no informarnos adecuadamente de cuáles son esos riesgos.
• Optar por puestos de trabajo “seguros” en vez de aquellos que dan más satisfacción profesional o que pagan mejor.
• Gastar demasiado en regalos, invitaciones… buscando “comprar” el afecto de otros (de forma consciente o subconsciente).
• Prestar dinero o ser garante solidario de familiares o amigos poco fiables, en contra de los interesespropios.
• Comprar cosas innecesarias para impresionar a los demás.
• Intentar proyectar un nivel de vida que no se puede permitir.
• Utilizar la “terapia de compras” para sentirse mejor.